Fui recibida por unos papás encantadores y por Mozart, una belleza de perro que podréis ver más adelante. Toda la sesión estuvo supervisada bajo su atenta mirada, quitando algún momento que hasta él se quedó dormido….
Lo primero que me llamó la atención de este pequeño bebé, fue su «color», su precioso color. Creo que nunca había visto un bebé tan blanquito y me fascinó.

La sesión fue de lo más tranquila aunque costara en algunos momentos que se quedara dormidito, pero no me puedo quejar. Los recién nacidos tienen sus momentos y creo que es lo normal.
Una vez que están tranquilos, todo fluye y el ambiente de tranquilidad y relajación que se crea en la sesión es una de las cosas que más me gusta.
Os dejo con Héctor y espero que disfrutéis con él tanto como lo hice yo.

Mil gracias de nuevo a los papás, por confiar en mí estos momentos tan únicos.

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